La policía culpa a los 'sacamantecas' de decenas de muertes en Perú Por JAIME CORDERO / EL PAÍS
Lima, Perú. El pishtaco, temido personaje que según la mitología andina mata seres humanos para despojarlos de su grasa corporal, se ha encarnado en una banda de sangrientos delincuentes que, se teme, son responsables de decenas de muertes y desapariciones no esclarecidas durante los últimos años. Eso es lo que afirma la policía peruana, que presentó el jueves a cuatro detenidos, parte de una organización formada por al menos una docena de personas.
La detallada exposición que hizo la policía peruana sobre la actividad de estos presuntos asesinos, cuya banda ha sido bautizada como Los pishtacos de Huánuco, parece por momentos relato surrealista y otros simplemente historia de terror. De acuerdo con el general Eusebio Félix Murga, jefe de la Dirección de Investigación Criminal, los detenidos han confesado su crimen e incluso detallado su artesanal y macabro procedimiento: luego de dar muerte a sus víctimas, colgaban los cadáveres descuartizados en ganchos y encendían velas para que chorreara el tejido adiposo. También aseguraron que vendían la grasa a supuestos comerciantes europeos dedicados a la fabricación de cosméticos, y que éstos les pagaban hasta 15.000 dólares (10.000 euros) por litro.
Todo suena inverosímil y de hecho varios cirujanos plásticos consultados por la prensa peruana han señalado que la grasa humana extraída con semejante método carece de utilidad. Pero lo cierto es que hace dos semanas dos personas fueron detenidas cuando pretendían retirar de una agencia de transporte un envío procedente de Huánuco, en la región central de los Andes peruanos, que contenía un frasco con grasa humana.
Agentes de la policía viajaron a Huánuco y capturaron a cuatro personas. En casa de uno de los detenidos, Segundo Castillejos, los investigadores encontraron ganchos de metal, embudos y 17 litros de grasa humana almacenados en botellas. También se hallaron en la localidad de Taso Grande los restos de una persona, identificada como Abel Matos Aranda, que es hasta ahora la única víctima que la policía ha logrado vincular con esta organización.
Según fuentes judiciales, los detenidos confesaron el crimen, que habría ocurrido el 16 de septiembre. Según el testimonio, los asesinos obligaron a Matos a ingresar en la espesura de la selva. Allí Hilario Cudeña -otro de los detenidos- le cortó el cuello con un cuchillo. Luego de decapitarlo y desmembrarlo, los pishtacos colocaron su tórax en una suerte de trípode para que se desangrara y retirar luego la grasa.
Cudeña, quien ha reconocido ser el cabecilla de la banda, asegura que se dedica a pishtaquear hace más de 30 años. Aunque la investigación es más cauta y sostiene que estos asesinos habrían empezado a actuar en 2004, eso es suficiente para que las autoridades teman que los Pishtacos sean responsables de varios de los 60 casos de personas desaparecidas reportados en el último año en su región.
El fiscal Jorge Sanz ha formulado denuncia contra los detenidos por homicidio con ánimo de lucro, asociación ilícita, tenencia ilegal de armas y tráfico de drogas.
Fuente: EL PAÍS